¿Dónde está la nena que planeaba casarse a los dieciocho años y tener tres hijos? ¿Dónde la chica que no podía parar de bailar hasta el amanecer cuando escuchaba reggae? ¿Y la adolescente que soñaba ser maestra rural? ¿Dónde quedó la noctámbula que recorría librerías de usados por las madrugadas? ¿Qué fue de la paciente rescatada por los cirujanos, que quería volver al hospital a trabajar como voluntaria? ¿En qué placard está guardada la mochilera? ¿Y la flamante dueña de casa que cocinaba para sus amigos? ¿Dónde está la chiquita que lloraba por la injusticia y todavía creía? ¿Dónde está la que abría su corazón en cartas de amistad y poesías de amor y desamor? ¿Y la que descubrió la música y aprendía cómo transformar el aire en emoción? ¿Y la que hacía tarjetas, regalitos caseros y banderines para las fiestas de cumpleaños? ¿Y la que se propuso que no pasara una semana sin leer un buen libro, ver una buena película, llamar a un viejo amigo, cuidar las plantas?
Todas las que fui y las que no fui bullen dentro de mí, preguntando, impidiendo que muera mientras viva.